Este Sábado pasado tuvimos en segundo taller basurotécnico en Auzoenea.
Empezamos charlando sobre las cosillas que pasan cuando unoa recicla. Tuvimos unos momentos de confesiones íntimas sobre las cosas que cada unao guadábamos con cariño (que si yo guardo las muñecas recortables de cuado era pequeña, que si yo las bolsas de los supers que ya han cerrado, que si las etiquetas de la ropa que compro...). Fueron unos momentos de intimidad reciclante preciosos. De pronto alguien que no se había confesado aún, empezaba: pues yooooo.... bueno yo... guardo desde hace tiempoooo... y todos orientábamos nuestras orejas y abríamos bien los ojos para ver de qué sorpresa se trataba esta vez.
Luego ya empezamos propiamente con el tuneo, comenzando con las ideas que podían surgir de esta forma de trastoke. Fueron momentos bastante interesantes y participativos: podemos forrar una caja, hacer un mural en la pared con nuestros recuerdos de papel, un mural participativo en Auzoenea, forrar una nevera, ...
Luego estuvimos diseccionando el proceso de tuneado con papel, hablando tanto de qué ideas se podían reflejar en el tuneo, tipo de materiales que podían servir, cómo cortar el papel de una forma eficaz, cómo se hacía el engrudo pegamentoso, problemas que aparecen al forrar, si barnizar o recubir con cola blanca, etc... hicimos una cadena de montaje con tres mesas, y nos pusimos a trabajar libremente con nuestras manos, nuestros ojos y nuestras almas.
Decidimos tunear las sillas de Auzoenea, para empezar a ir invadiendo el local con nuestras manifestaciones reciclísticas, y que la gente se vaya contagiando poco a poco. Y éstas fueron las sillas encantadas por nuestra cuadrilla magicocíclica.
(Reportera: Basurata Chan)